Los menos jóvenes recordarán aquella canción de los 50: “El que tenga un amor, que lo cuide, que lo cuideee”… y eso era cuando no había más que amor –parece que nos reproducíamos por esporas- así que ahora que la sociedad entona el “mea” culpa por la falta de amor ¡como para perderlo! Bueno, es tan escaso que mucho me temo que va a acabar pagando impuesto de lujo.
Cuando ya doy la causa por perdida oigo alguna noticia del tipo: Un desconocido ayuda a una familia evitando el desahucio de su casa… Un mendigo salva de morir quemados a dos abuelos en su hogar…
Y entonces la esperanza renace, no está todo perdido, queda algo de amor en algunos corazones.
Porque cuando hablemos de amor, tengamos en cuenta que no sólo es amor lo referente a las relaciones amorosas, hay amor en todo lo que nos rodea –o puede haberlo-. Quizás no se ha olvidado el concepto, sólo su definición. Parece que nos asusta hablar de ello. A ver, repite conmigo: amor, amor… amor. Y no te avergüences de llamarlo así. Deja de llamar a tu mujer “amiga”, “compañera”, “pareja” o cualquiera otro nombrecito actual que se emplea para designar a tu amor. Esas denominaciones a mí me suenan a “compinche”, compañera de trabajo, pareja… de bueyes. Lo tuyo es más importante hombre, es nada menos que tu AMOR.
Tranquilo señor Galilei parece que: “Sin embargo se mueve”.
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Rafaél Jiménez
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