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lunes, 14 de enero de 2013

LA INICIACIÓN


La iniciación son todos aquellos actos públicos y sociales por el cual un individuo accede a una categoría superior. Actos de iniciación ha habido desde el principio de los tiempos y podemos extrapolar datos en base a las cuatro tribus de costumbres prehistóricas que sobreviven hoy día. Conocemos las de los varones, no sé si los antropólogos sabrán también el de las mujeres. Y por lo que sabemos desde la prehistoria y hasta hace poco menos de un siglo el rito iniciático para un joven era traer su primera presa de caza, que dependiendo del territorio podía ser un mono, un tigre, un león o un cocodrilo, ¡ahí es nada!, cazar con lanzas o arco uno de estos bichos. Está claro que muchísimos no lo conseguían y ese era el control de la natalidad que se gastaban antes.
Pero no había vuelta de hoja: o traían el bicho o no se les daba paso a tomar esposa y formar hogar.
En la edad media si querías optar por ascender en la escala social y habiendo mediando hechos de armas en favor de tu señor, te daban unos espadazos en los hombros y automáticamente te convertían en caballero. Y pasabas a ser hidalgo, osea un caballero sin bienes, que con suerte se lo procuraban por los saqueos en las guerras.

A finales del XVIII y XIX, los niños eran iniciados en base a que empezaban a trabajar en aquellas fábricas que trajo la revolución industrial y que preferían la mano de obra infantil, prácticamente igual de eficaz que la adulta, pero a mitad de precio. Osea igual que los niños del tercer mundo de ahora y si la historia parece que siempre se repite, ya saben todo el tiempo que les queda de seguir así. Pero al menos, antes y ahora, comen.
Cosa que los del "cuarto mundo" ni siquiera pueden optar.

En nuestra recién pasada sociedad, la iniciación por excelencia era "la mili". Los muchachos en sus dieciocho años, la mayoría sin haber salido de su pueblo nunca y muchos sin saber hacer la "o" con un canuto, se iban a servir a la Patria, al otro lado del mapa y ese era todo el mundo que habrían de ver. Hipnotizados por las capitales, la mayoría no volvían a su lugar de origen. Se habían hecho "mayores". Las chicas hacían el servicio social pero si tenían hermanos pequeños que cuidar quedaban exentas.
Hoy las cosas han cambiado bastante, la iniciación comienza en la niñez, a través de internet se asoman al mundo edulcorado de este medio. Se inician en la bebida y en el sexo de sopetón, sin saborear  ni lo uno ni lo otro. Y todos esos hechos marcan, como su nombre indica, es el inicio, la trayectoria de una vida. Pero a los niños de hoy no se les quita la pelusa del hogar paterno a veces nunca, produciendo esta sociedad de inmaduros, incapaces de hacer nada a derechas por ellos mismos. De inmaduros pasan a ser inmadurables y eso ya significa una situación en vez de una tendencia.

La selectividad en los estudios era una iniciación, era el paso de la adolescencia a la primera juventud, el obtener un título universitario otra de mayor calado, te convertía en adulto. Para obtener un doctorado tenías que demostrar madurez de conocimientos y en un "laudato" de conocimientos y éxito social de tu entorno.
Hay otros actos de iniciación, como los que se celebran al ingresar en  la religión cristiana y cuando haces los votos pasas a profesar. En sociedades laicas como los masones también tiene su acto iniciático para ser miembro. En definitiva pruebas, filtros, carreras de obstáculos para demostrar que eres bueno para la sociedad.
Unos tiempos traen otros pero en casos de fracasos constatados de la sociedad como la actual, en que los pocos filtros que quedaban se están eliminando uno a uno para igualarnos a todos pero por el rasero bajo, para ser unos perfectos adocenados, solo se progresará mediante algún tipo de revolución -para rematar lo viejo y dar paso a lo nuevo-. Pero si los de ahora rematan lo que queda ¿de qué van a comer? Que nos pille iniciados.
Rafaél Jiménez

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