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lunes, 7 de enero de 2013

LA INTUICIÓN


Parece que la intuición reside en la glándula pineal, llamada también el tercer ojo. Es de los primeros órganos que se desarrolla en el feto –aproximadamente al segundo mes del desarrollo- y por eso ya nace “aprendido”. La intuición es ese don maravilloso que Dios nos añadió a los cinco sentidos físicos, el llamado sexto sentido. Tiene muchas vertientes este “sentido” y varios nombres siendo todos lo mismo en diferentes grados. En nuestra prehistoria religiosa, a los intuitivos se les llamaba profetas. En el mundo griego, oráculos. Andando los tiempos se les empezó a llamar curanderos, brujos, sanadores, adivinos, gurús, quiromantes, astrólogos y ahora analistas de mercados. Existe un poco de todo esto en cada uno de nosotros. En todas las facetas humanas se da la intuición en mayor o menor grado, incluido en los asépticos científicos que acaban descubriendo algo por un noventa y cinco por ciento de intuición y un cinco por ciento de técnica, también podemos cambiar en este caso el porcentaje de intuición por la casualidad.
A pesar de los intensos estudios sobre este sentido en USA años atrás sobre la telepatía, no se consiguió nada concluyente, no sabemos si por el emisor o por el receptor insuficientemente intuitivo.

Lo contrario a la intuición es lo racional, esta es la parte de la inteligencia ideal para el estudio científico y la intuición sin embargo se enfoca a temas filosóficos o la obtención de nuevos conocimientos, es la copartícipe de la  imaginación, madre de los artistas y creadores.
A la imaginación también se le llamó ciencia infusa por mostrar aspectos no racionales sobre aptitudes humanas no relacionadas con sus conocimientos o preparación. Ahora se le llama ampulosamente: "proceso mental inconsciente de exaltación...". Y yo lo llamo Don Divino.

La intuición nace y se hace. Conocemos personajes históricos con ella de manera innata y sabemos con certeza que las personas con un alto grado de conocimientos la tienen muy desarrollada, como Newton y Einstein. En estos casos parece evidente que su intuición es la proyección de su saber.
Los de nacimiento son otra cosa, actúan a golpe de puro instinto y parece que les sale bien. Es como si tuvieran un guión escrito por manos sabias que les indica en todo momento su proceder o análisis sobre cualquier cuestión.
El rey de los intuitivos de la era humanista sin ninguna duda fue Nostradamus del que lo mejor que se puede decir para demostrar su poder intuitivo fue pronosticar el día de su propia muerte y no, no se suicidó.
Bien es verdad que se le ha ayudado mucho en darle la razón durante los más de cuatrocientos años que abarcan sus predicciones, retorciendo sus poemas para coincidirlos con sus sentencias. En solo una ocasión no ha acertado o lo que es igual no se consiguió traducir su escrito para parecerlo al pronóstico.
Con esto entramos en el mundo de la adivinación, mediante astrología, cartas, runas, huesecillos y distintos abalorios.
¿Qué queréis que os diga?, que yo no creo en ello. Acabamos de tener una muestra patente, el fin del mundo por la alineación de los planetas. Acto seguido de no producirse, los amantes del ocultismo salen con que no era eso, que era el fin de una era y el principio de otra, más feliz. ¡¡Cuentos chinos!! ¿Tú has notado algo? Nos dirán que aun es pronto para notar sus efectos.... qué no diremos para mantener estas tonterías.

Ser intuitivo es genial, bien atentos nos avisa de peligros inminentes. Bien domesticado este Don te puede ofrecer una seguridad relativa sobre tu porvenir. Ayudará sin duda una base solida de conocimientos pero  entre el corazón y la razón yo opto por el primero. Quizás por hacerle caso a nuestro primer sentido que fue el instinto  y al primer órgano que se forma en el feto humano.
Rafaél Jiménez

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