EL BESO

No se sabe quién inventó el beso pero de descubrirlo habría que hacerle un monumento en cada localidad de cada País en todo el mundo. De las pocas referencias prehistóricas que nos dejaron, no se ve ni un solo dibujo besándose, no estaban para nimiedades, con cazar para comer tenían bastante y es lo que legaron sin pretenderlo al futuro.

Habrá que avanzar en el tiempo para imaginar donde pudo ser y seguramente ya se practicaría en los primeros asentamientos estables, ya asegurada la comida. "La danza sale de la panza", dice un antiguo refrán para indicar que cuando las personas tienen lo más básico asegurado es cuando se dedican a holgar.

Es un acto íntimo e intimista y hay tantas clases de besos como de personas, situaciones, motivaciones y fines. No damos el mismo beso al hijo, al abuelo, al vecino, a la pareja o al amante. Parece que su duración y aledaños son muy significativos: Con abrazo incluido, con boquita de pitiminí, con lengua, de un segundo o de varios minutos. Inocentes o apasionados, con retranca,vestidos, desnudos, con mordisquito incluido en los labios o en la lengua.

El beso es universal, en el mundo y en el cuerpo, no tiene barreras ni impedimentos, a cualquiera nos gusta que nos besen... en cualquier parte de nuestra anatomía y en cuanto al lugar ¡cuidado!, el beso predispone y mucho y si te lo das en un lugar público muy apasionadamente vas a tener que correr a buscarte un sitio más reservado para desfogarte. 

Creo haber practicado todos los tipos de besos que se conozcan y nunca he dejado de practicarlos con mis amores, con todos ellos. O se es o no se es. Soy un besucón nato, furibundo. Me gusta el beso y lo practico porque es todo un poemario, un lenguaje de signos que quien lo recibe debe saber interpretar.

El peor de todos para mí es el que se practica hoy día, el que se da cuando te presentan a alguien. A mí no me gusta y rara vez beso a una mujer la primera vez que la veo, sigo dando la mano. El que más me gusta claro, es el beso de tornillo y se dice de tornillo porque conlleva girar la cabeza de un lado a otro cambiando la postura, con lengua, desde luego, con mordisquitos en los labios y en la lengua, apretando mis labios hasta casi hacer daño, mamando la boca, largooos  y los termino con un pequeño lenguetazo  en la punta de la nariz y un besito en los labios ya cerrados. Pide que te lo hagan así, te encantará.

Y luego te desplazas al cuello y ahí te quedas media hora y luego subes a la oreja, te comes el lóbulo y circundas el pabellón por dentro con la punta de la lengua, después te la metes en la boca succionandola para después introducir la lengua en el pabellón auditivo, una vez superado el inevitable respingo continúas con movimientos acompasados, le estás haciendo el amor. Pasa a la nuca y ahí, habiendo levantado el pelo repasas con la lengua desde el nacimiento del cabello hacia abajo, hasta las primeras vértebras y diez minutos después vas bajando por toda la columna hasta el culo...

Besar el cuerpo es el acto de amor más tierno que se pueda practicar, a mí me encanta, más practicarlo que recibirlo, largamente, sin tiempo y sin limitaciones. El beso negro -estúpida definición- también.

Dijo Terencio: "Nada de lo humano me es extraño". Yo me apliqué el cuento pronto y me he comido a besos literalmente a todos mis amores, en un acto de posesión total, del mismo calibre que la penetración pura y dura.

Aparte del simbolismo de Cupido para el amor yo propondría también al beso, con un corazoncito con alas porque el beso no tiene fronteras.

Sin embargo no todos los besos han sido de amor. No puedo olvidar el beso con el que Judas vendió Al Maestro. Y ello me hace reparar en cuantos besos de Judas no nos habrán dado, si no para vendernos, sí para conseguir otros fines. A poco psicólogo que seamos, sabemos inmediatamente la clasificación del beso recibido: con amor, con amor y entrega, suplicante, de cariño, de compromiso o de obligación.

Y de entre todos yo me quedo con el beso de una madre, porque no hay otro que diga tanto: Te quiero, me quieres, te necesito, me necesitas, te doy mi alma. Es el único totalmente desinteresado. Es un auténtico mantra de protección.

Rafaél Jiménez