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viernes, 28 de diciembre de 2012

LOS ÁNGELES

Son días para hablar de esos seres magníficos y etéreos, que han acompañado al hombre desde su creación.
No temáis que no pretendo dar aquí un charla religiosa pero si hacer una semblanza de ellos.
Comenzando por su historia todos recordamos a Lucifer, que era uno de ellos y  que se creyó más de lo que era y le abrieron una sucursal para él solo en el infierno, por chulo. Pero prefiero hablar de los ángeles buenos.
Hay nueve clases de ellos, a saber: Querubines, serafines, tronos, dominaciones, potestades, virtudes, principados, arcángeles y ángeles. Todos y cada uno tiene su cometido y toman sus relevancia depende en que momento.
A mí todo esto me lo enseñó un sacerdote con sotana, claro, con boina, claro y con una bondad fuera de toda duda, era un Santo, claro. Nuestras madres nos enseñaban a rezar al acostarnos: "ángel de la guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche, ni de día, no me dejes solo que me moriría". Tiempo atrás, cuando unos interlocutores se quedaban callados se decía: ha pasado un ángel. Mis hermanos andaluces dicen "malage" -mal ángel- a quienes no les caen bien.
Tenemos más presentes a los ángeles de lo que creemos, cuando damos con una persona bondadosa decimos que es un ángel, nombramos a menudo al ángel de la guarda de nuestros hijos -¡eh! que los adultos seguimos teniéndolo-.
Recientemente he leído un artículo curioso sobre el tema: un grupo de matemáticos rusos dicen haber demostrado matemáticamente la existencia del ángel de la guarda. Argumentan, que estudiadas las grandes catástrofes de transportes de aviones, trenes o barcos durante veinte años han concluido que en esos transportes iban menos pasajeros que habitualmente, hasta un cuarenta por ciento menos, por anulaciones, llegadas tarde a la salida e incluso abandono en el último momento por intuir peligro. Los matemáticos dicen que fueron sus ángeles de la guarda quienes avisaron o impidieron que tomaran ese transporte. Pero habría que preguntarles por qué el resto no fueron avisados por sus respectivos guardianes.

Dependiendo de para qué tendremos un ángel u otro. En el principio fueron los tronos los ángeles que más trabajaron por que son los de la creación, dirigidos por Él. Después para sujetar el firmamento se encargan los querubines al mando del Arcángel Gabriél, el mismo que anunció a María su embarazo Divino. Si es para honrar a Dios se encargan los serafines, que se les suponen seis pares de alas, se dice que para protegerse de la Luz Divina o para el asunto de los milagros tenemos a los virtudes que dada su urgencia se les representa con un aspecto físico mínimo, una carita con dos alas ¿recordáis?

Para guardar las comunidades o colectivos y bajo el mando del Arcángel Uriél están los principados y contra las grandes adversidades los guerreros potestades, dirigidos por el Arcángel Miguél, guerrero también él.
.Cuando estamos malitos hay que echar mano del Arcángel Rafaél y sus dominaciones, si eres bueno no te fallará.
Y para dirigirlos a todos ellos están los Jefes que son los Arcángeles susodichos y otros tres más y para cualquier tarea que se les mande, los propios ángeles, que son la infantería ligera.

No, no hace falta aprenderse sus nombres y especialidades, solo con nuestro pensamiento demandando ayuda, Él se encarga de mandarnos al que necesitamos.
¡Ah! y una aclaración, las alas con que les representamos es un simbolísmo terrenal para indicar la rapidez de sus actuaciones, más aun de lo que cabría esperar de esas alas, ellos son espíritus puros y su acción como tal es inmediata porque además nos rodean constantemente. Otra: suponemos que existen unos seres medio humanos y medio ángeles, estos son los Nephilim; de aspecto humano y habilidades angélicas.

De primera mano, me he rodeado de mi cohorte de ángeles de mi guardia con el de la foto de encima en cabeza, que puedes ver en mi muro, por si acaso. Los he puesto femeninos por supuesto, porque los prefiero así. No voy a entrar en discusiones Bizantinas, como hicieron los mismos con el turco a la puerta, a punto de tomar Constantinopla,  para aclarar el sexo de los ángeles.

Se lo dedico a mi amiga María Carmen Figueroba de Calafell, Tarragona.
Rafaél Jiménez

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