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miércoles, 26 de diciembre de 2012

NAVIDAD, ¿POR QUÉ?

Podríamos responder simplemente ¿y por qué no?. Veamos, si ya todo tiene su día: el día de la mujer (del hombre no existe), del sida (de los sanos no existe), del orgullo gay (del hetero no existe), ¿de las lechugas?, espero que no, porque tampoco lo hay del tomate en justa compensación. ¿Cómo no va a ver el día de los Cristianos?, que Católicos y otras confesiones sumamos DOS MIL MILLONES. Todos los que creemos en que en ese día nació nuestro Señor Jesucristo y conmemoramos su natalicio.  Somos la primera fuerza confesional de este mundo, que doblamos a nuestros inmediatos seguidores, los mahometanos que solo suman mil millones.
También celebramos cada año nuestro cumpleaños (yo diría que como cristianos, indebidamente pues deberíamos celebrar el día de nuestro Santo, como antaño, nobleza obliga). Hubo un tiempo en que el pueblo no hablaba de días de mes si no de onomásticas: Volveré por San Martín o Felices Pascuas (que se decía en la Pascua Cristiana y no en plenas Navidades como ahora), "por San Blas la cigueña verás...", hasta en los refranes. Hemos olvidado nuestros orígenes.

La Navidad en las personas pasa por diferentes fases a lo largo de su vida. En la niñez es ilusión, luces de colores, adornos Navideños, regalos -ahora duplicados por la incursión de Papá Noél-, por cierto ¿sabéis la anécdota del color rojo de sus vestimentas?, porque el auténtico color de su uniforme ¡era verde!, hasta que Coca-cola pagó al dibujante de pin up´s  Haddon Sundblon, para que dibujara a Papá Noél en rojo en los años 50 para que el consumidor lo asociara a su color de marca.
Igual que se impuso la costumbre de tomar las doce uvas en fin de año por un excedente que hubo de esa fruta a principios de 1.900, aquí en España y a algún agricultor avispado se le ocurrió la idea. El abeto, costumbre anglosajona, lo ponemos para emular su poderío y bienestar. Yo he puesto el Belén toda mi vida, antaño grandioso, con multitud de figuritas que año tras año íba a comprar con mis hijos a la Plaza Mayor mientras les introducía en su significado.
Después hubo que  congeniarlo con el abeto porque los niños lo querían, lo tenían puesto en su colegio.

La fiesta cristiana se ha "humanizado", al igual que Semana Santa, tiempos de vacaciones y holganza en vez de recogimiento y oración. El hombre siempre acaba desvirtuando todo lo que toca.

Pero hablábamos de que la Navidad pasa por distintas fases en la vida de las personas y ya hemos comentado lo que supone para los niños. Para el adolescente es una etapa extraña, aun no tienes el concepto claro de la celebración y la de las lucecitas y regalos ha pasado. No te dice nada.
En la madurez, ya con tu familia y con los hijos aun pequeños es posiblemente la mejor etapa, celebras, regalas y la compartes con tus padres y mientras están unos y otros es Navidad.
Tarde o temprano el padre y/o la madre faltan y... se acabó la Navidad porque esta se vuelve en época de sufrimiento por su añoranza.
Al final te quedas solo con tu pareja, a la espera de que algún hijo se digne acompañarte alguno de estos días. Si tienes nietos la cosa es menos mala porque al menos te van a querer muchísimo por los regalos que han dejado para ellos los Reyes Magos. A esa edad todavía se les compra el cariño.

Parece que el panorama Navideño visto así no es muy halagüeño ¿verdad? Sí lo es, el problema es que hemos olvidado su auténtico porqué.
Aplicando la historia, debemos recordar que Navidad viene del latín nativitas que significa nacimiento y que la celebramos el día 25 de diciembre por que la propuso Sexto Julio el Africano, padre de la cronología Cristiana en 221 D.C. Soy muy respetuoso con la historia y sus padres.
Es época de juntarse las familias, hay quien recorre medio mundo para ello, intentamos ser mejores y repartir amor. Por eso, aunque muy desfigurada, es bueno que celebremos la Navidad.
Rafaél Jiménez

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