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lunes, 31 de diciembre de 2012

LOS SIETE PECADOS+1: CONCLUSIÓN


Se puede hacer un magnífico estudio sociológico sobre el resultado de la lectura de los siete pecados+1. Todos llevan varios días publicados y ofrecen un ranking esclarecedor. Empezaré diciendo que el ser humano acepta abiertamente lo que hace la mayoría y desprecia lo de las minorías. Así admitimos lo mayoritariamente aceptado (bueno o malo) y denigra lo de las minorías (malo o bueno). Cinco mil millones de moscas comen mierda, haz lo mismo, no pueden estar equivocadas.
Hasta en el mundo del pecado existen las modas, las perniciosas modas, coadyuvantes del pensamiento único. Todo lo mayoritario está bien visto y nadie se atreve a salirse de los cánones para no ser señalado de "raro". Aceptar sin más que hay pecados "buenos" y pecados "malos" no deja de ser clarificador de nuestra sociedad, derroteros y porvenir.
Por ello todos aceptamos la lujuria como el pecado líder, ha sido el ganador claro en la lectura de todos ellos. Desde que se inventó aquello del amor libre en los sesenta, nos hemos aplicado en dignificarlo, en encumbrarlo hasta su situación actual en que se folla lo mismo que te comes un bocadillo. Las mujeres ayudan en gran medida en su carrera al estrellato, con su liberación, igualación y emulación al hombre, que siempre campó a sus anchas.
No, no nos llaméis golfos, porque siempre íbamos con mujeres, las poca libertinas que había, pero es que esas pocas daban para mucho y tenían cola -nunca mejor dicho-.

La mujer de hoy admite abiertamente que hace mucho por la difusión del rey de los pecados sin ningún decoro ni cortapisa  -excepto delante del marido-. Y no es comparable con ninguna etapa de la historia, no nos confundamos cuando comentamos las bacanales o saturnales romanas, esas se limitaban a la aristocracia y en el mundo griego, la mujer en casa con la pata rota. Es la primera vez que pecamos todas las clases sociales al unísono y sin tener en cuenta dichas clases sociales.
Recuerdo aquél dicho: "follad, follad, que el mundo se acaba". Pues el mundo no se acaba de momento -a pesar de la engañifa de la alineación de los planetas- y aquí estamos dale que dale.

Emparejado ha resultado la gula seguramente por el ambiente Navideño, propicio a ello, pero indicativo de que el personal está por la labor de saciarse hasta las trancas, de hamburguesas o de pollo, de patatas o de marisco... comer, comer... hasta reventar, indicativo del estrés galopante que sufrimos por la situación mundial, local y personal... de miedo. Además comer y joder van intrínsicamente unidos, esta pareja si que no se divorcia.

Con solo un punto de diferencia está la mentira que ya sabéis que oficialmente no es uno de los siete grandes y que he colocado de rondón por mi cuenta. Y veo que acertadamente, porque ello significa que está generalmente aceptada. Y es lógico con lo que vemos a diario en nuestros políticos, en teoría espejos públicos, donde deberíamos reflejarnos en nuestra actuación diaria... y eso hacemos, mentir como ellos.
El siguiente de los más aceptados la soberbia y sí, lo creo así. Estamos en un mundo soberbio, crecido, dioses con pies de barro con aires de superioridad. Un humanismo exagerado, que si aquél se ejerció para salir de la omnipresencia sofocante del mundo eclesial el de ahora es para asemejarnos a Dios. ¡Ay Lucifer, que bien nos estás trabajando!

Y según vamos bajando por número de lectores, vamos descubriendo los que más nos duelen y por eso no queremos vernos reflejados leyéndolo, el siguiente es la ira. Estamos en un mundo airado y no aceptamos que en realidad saltamos a la más mínima, después nos arrepentimos pero las explosiones de cabreo van en aumento y por... nada. La pereza es la penúltima y es porque da pereza hasta leerla no vaya a ser que nos ponga la cara colorada por nuestra inmovilidad e incompetencia, ¡joé, cuantos somos!

Y ahí escondida entre todas las demás, la que no queremos reconocer bajo ningún concepto, que nos fastidia aceptar que nos duele ese BMW serie 5 que se ha comprado el vecino, el tipazo que tiene la jodida del 4º, los veraneos que se chupan mis cuñados, ella, la insuperable envidia. Los últimos serán los primeros. La pescadilla que se muerde la cola.
Rafaél Jiménez

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