Este artículo se lo dedico
a todos los que conformamos este peculiar mundillo, del que soy un recién
llegado y aun no salgo de mi asombro. Se
le pueden sacar dos lecturas al poco de andar por él –lo de navegar permitidme
que me lo reserve para eso que se hace en el mar y que es mi preferido-.
La primera lectura es que
rezuma soledad, tantas personas, seguramente en pijama tratando de encontrar “a
alguien” parapetado en su anonimato, tratando de averiguar con cuatro palabras
si es la persona anhelada –o por anhelar-.
Las noticias vuelan, eso sí, quizás
su mayor ventaja, pero de relaciones como deben ser… poquitas.
Desde luego engancha. Yo
mismo he cogido cuatro kilos en los dos meses y medio que llevo por aquí –mujeres,
al loro-, del puro inmovilismo que me ha cogido.
Aquí estamos los que
vendemos algo, cursos, sanaciones, condones
-de verdad que vi aquí un anuncio/promoción de Durex-, viajes, libros
como es mi caso y amistad…
Todos somos amigos, todos tenemos una buena voluntad
que apabulla, salvamos desahucios, arreglamos España, ponemos verdes a los
políticos… y después nos vamos a dormir. Los revolucionarios muy contentos
porque creen que han despertado “conciencias”; los que buscan una relación,
felices porque alguien que ni conocen les ha dicho lo majos que son.
Me da por pensar que los
aquí, causahabientes, dejamos aquí todo el amor que llevamos en el corazón,
todo es color de rosa, y a lo peor en cuanto salimos por la puerta nos cagamos
en la madre que parió a uno que se nos cruza en la carretera o le echamos la
bronca a la del súper porque tarda en cobrar. Justo al revés que los que se van
al gimnasio a desfogarse y después salen como unas malvas a la calle.
Ya no se ven gentes en los
bares, charlando amigablemente, riendo a mandíbula batiente, jugando a “los
chinos” -¿alguien se acuerda de ese magnífico juego de psicología y
estrategia?-, que relajaba la tensión de la jornada laboral y te ibas tan
contento a casa por haberte relacionado, con los compañeros y un par de tragos.
Ahora nos relacionamos
virtualmente on-line, ¡¡coño!! como se parece esta palabra a virtuosamente y no tiene nada de
eso.
Vendemos felicidad
virtual, salud y buenos deseos virtuales, libros virtuales y mala leche real en
cuanto salimos de aquí.
A nosotros sí que nos van
a llamar –a los de cualquier edad de los de aquí- generación Ni-Ni. Ni
te relacionas de verdad, Ni mueves el culo.
El roce hace el cariño y
me parece que a través de aquí surgen pocos roces.
En fin que de alguna
manera deploro este medio y… ¡Uy! Perdón, os dejo, que me parece que tengo
alguna petición de amistad por atender...
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Rafaél Jiménez
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