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lunes, 12 de noviembre de 2012

DAR PAN A PERRO AJENO


Ya nos advierte el dicho que es un gesto inútil, como echar agua al pozo, chocolate al burro y consejos al estúpido. “Mi mujer a malparido, trabajo perdido”, rezaba un refrán para indicarnos la inutilidad de otro acto. 

Pero… recapacitemos. No todo está perdido en esos hechos, porque en todos ellos subyace la buena intencionalidad. Aun así ¡cuidado!, las tumbas están llenas "de buenas intenciones".
Desgraciadamente el mundo, la sociedad que nos rodea no valora las buenas intenciones, los gestos desinteresados, ni los cantos al sol.

No, nuestro entorno solo valora los logros, los hechos, los triunfos.
Si vemos la historia o el periódico, solo nos dicen los datos fríos de lo sucedido: tal batalla la ganaron aquellos, o el equipo visitante perdió por 2 a 1. Raramente nos cuentan los tejemanejes del sucedido y si nos lo cuentan nos importa un bledo. Nos da igual lo que sentían los protagonistas de los hechos, ni lo que pensaban.

Lo mismo sucede con un amor fallido, en el que pusiste todo tu empeño y te dejó, ¿recuerdas? Las explicaciones –cuando las hay- no pueden ser más peregrinas: es que he dejado de quererte, creía que te quería pero… no. Pan a perro ajeno y que me perdonen los perros.

Lo peor en esos casos es que encima sacan pecho y te miran por encima del hombro, en un claro gesto de superioridad. Te miran como diciendo: "A callar, ¿qué te habías creído?, fue algo pasajero…"
Y tú te sientes como una compresa que han usado y tirado, o como un Kleenex –en el caso de las chicas-.
La verdad es que el enamoramiento –el calentón- solo dura unos meses y después queda lo que haya habido de verdad: una aventura, una puesta al día para uno o ambos  y algunas veces un amor duradero.

Pero tú tranquilo, si se han reído de ti piensa que la vida es una rueda y solo hay que esperar que gire, te garantizo un desagravio porque la mayor parte de las veces la ley de la compensación pone las cosas en su sitio. Es lo que los árabes dicen: Sentarte en tu puerta a ver pasar el cadáver de tu enemigo.

Pero cuando llegue ese momento es cuando tu acción te definirá: ¿harás leña del árbol caído o por el contrario pondrás la otra mejilla?
Hay perros, que por ajenos, no agradecerán esa segunda oportunidad, son perros asalvajados y creen que siempre podrán comer de tu mano y tu propia mano si te descuidas. 

Recuerda el dicho: “Si te engañan una vez la culpa es de él, si te dejas engañar por segunda vez la culpa es tuya”. Por una vez no seas humano y no tropieces en la misma piedra dos veces.

La vacuna se inventó inoculando la propia enfermedad algo debilitada para que el cuerpo aprendiera a luchar contra ella. Deberíamos vacunarnos contra ese amor que no fue. Otra cosa es ¿qué podemos hacer con el deseo latente que permanece en ti?

Me gustaría poder darte la receta para eso, pero yo mismo estoy infectado de esa misma enfermedad y no he encontrado remedio, al menos en treinta años.                    

Rafael Jiménez



1 comentario:

  1. Me gusto mucho tu artìculo porque es muy cierto, a veces ayudamos a los demás de forma desinteresada sólo porque vemos que necesitan de una mano amiga, y cuando llega el momento de la verdad te enteras que ni lo tomò en cuenta y le pasó de noche, y vemos como prefieren buscar la amistad de personas que les dió la espalda cuando ellos necesitaban de esa ayuda, y a ti te ignoran para siempre, y eso duele, a mi ya me pasó y por eso debo tener mas cuidado para no toparme con gente malagradecida

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