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lunes, 5 de noviembre de 2012

EL BALANCE


En algún momento de nuestra vida debemos hacer un balance. Parece ser que la mayoría lo hacemos tarde, cuando ya no podemos remediar nada y remedar menos. Nos comemos la vida a puñaos sin tomarnos un tiempo de respiro. 

Deberíamos hacer como las escaleras, cada x peldaños un descansillo, pero nadie nos enseña a hacerlo así. Y mira que somos tontos, parece que tenemos prisa por llegar a la meta… que es nuestro fin. Salvo para los creyentes a machamartillo –deseosos de reunirse con el Creador- no tiene sentido, ¿por qué tanta prisa? 
Ya desde pequeños queremos ser “mayores”,qué inconscientes  éramos. Los niños para poder fumar e ir al cine de adultos, las niñas para ponerse las medias y los tacones de mamá. Después para casarnos –de verdad que era por eso- y tener una familia –que sí, que era así- y nuestra casa.

Una vez conseguido eso hubiera sido un buen momento para hacer un primer balance. ¿Tú lo hiciste?, yo no. Teníamos prisa por vivir.
El principal acicate era el dinero, vivíamos por y para el dinero como meta de nuestros logros sociales, lo cual no es que fuera muy edificante pero era práctico por aquello de que si el dinero no da la felicidad es lo que más ayuda a conseguirla. 
Ahora es simplemente para sobrevivir, qué lástima. Porque a la vez los priva de los logros que tuvimos muchos en los sesenta-ochenta, ¿qué balance podrían hacer hoy las personas de treinta años, más, menos?

Muchos hacen un semi balance cada 31 de diciembre ante el umbral del año nuevo, que se nos antoja distinto, maravilloso, prometedor…
Qué bonita es la ilusión y lo que dure, dure.

La pregunta es: ¿si no te gusta lo que estás haciendo, te planteas a modo de balance, cada día, semanal, anual o periódicamente ver como cambiarlo? A veces no es necesario tirar la casa por la ventana, los cambios pueden ser mínimos, pero periódicos y constantes, recuerda a Lao Tsé: “el camino más largo comienza por un primer paso”.  

Pero aparte de lo meramente crematístico quisiera hablarte del balance interior, balance viene de balanza=equilibrio y ahí está el quid de la cuestión. Mirarse al interior no suele ser muy positivo, tanto más, cuantos más errores acumulemos en nuestra vida. Pero no hacerlo nos avoca a cometer más. Ya no tenemos la autocensura innata que nos metían a machamartillo, vivimos en la complacencia.
Vemos como se ha reinventado la auto ayuda, pero ayudados por mil cursos, charlas, libros, psicólogos y para casos graves, psiquiatras.

Yo os aconsejaría volver a los orígenes, a Aristóteles padre por acreción de la Metafísica, que escribió para sí mismo, no para divulgarlo y hablaba sobre el ser y el porqué del ser. Después te diría que te dieras una vuelta por otros adláteres de la filosofía y entraras en la teología, te ibas a sorprender lo tremendamente complicado que hacemos lo más sencillo. 
Qué fácil sería así recuperar el equilibrio interior. Pero hay que currárselo amigos.
                                                        Rafael Jiménez

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